Aunque parezca estar fuera de la ecuación en el momento de poner en marcha una startup, en la mente de cualquier emprendedor está siempre presente el cómo recuperar lo invertido en ella. Quizás pretenda que su compañía dure para siempre y probablemente termine por mostrar cierto apego emocional a la empresa que uno mismo ha construido; pero ningún emprendedor ha de olvidar, y si no se lo recordarán los inversores, el método mediante el cual recuperará la inversión en una startup.
Como es lógico, emprendedores e inversores esperan obtener algo por el tiempo y dinero gastado en levantar una empresa. Por supuesto cuentan con los posibles beneficios que la compañía logre reportar algún día, pero, al margen de dicho escenario, existen varias estrategias para recuperar la inversión que han de ser tenidas en cuenta.
Algunas opciones se presentarán por sí solas, pero en otras ocasiones vale más tener una estrategia definida para llegar a ellas. Ya sea en uno u otro caso no siempre surgen
oportunidades y cuando aparecen es mejor no dejarlas escapar. Por ello es bueno conocer los principales métodos que tienen las empresas tecnológicas para recuperar la inversión y entender además cómo cada fase de su vida es mejor o peor para una u otra.
Venta: la opción más recurrida
La opción clásica por excelencia: la venta. La adquisición de la startup por una compañía mayor suele ser además bien vista tanto por emprendedores como por inversores. Después de todo es la forma más rápida, sencilla y directa de recuperar lo invertido en la empresa. Ser adquirido por otra compañía es probablemente el “exit” más simple y común de todos, y es algo que abunda en el sector tecnológico.
Las ventajas de una venta como método para recuperar la inversión son ya de por sí evidentes.Mediante una operación de compra liderada por otra compañía más grande fundadores e inversores de la startup recogen la parte del pastel que han ayudado a elaborar sin necesidad, en principio, de esfuerzos adicionales. La venta además permite salirse por completo de la empresa, cuya vida continuará en brazos de la compañía compradora. Eso sin que el emprendedor tenga que descartar necesariamente la opción de seguir trabajando en ella.
Eso sí, a pesar de su aparente sencillez, no basta con esperar a que alguien llame a la puerta y recoger el dinero ofrecido. Emprendedores e inversores deben estudiar bien la situación de la startup y sus opciones futuras, pues no sería la primera vez que alguien vende antes de tiempoo al comprador equivocado. Los principales dilemas aquí son el “timing” y la valoración de la compañía; es decir, cuándo es el momento adecuado para vender y a qué coste. La expectativa de obtener rendimientos sin esperar un segundo más puede nublar la vista de más de uno y la venta ser de todo menos el final prometido.
Fusión: una oportunidad adicional
Una de las formas menos directa de recuperar la inversión en una startup es mediante la fusión o concentración de la misma junto a otra empresa. No es un método demasiado
habitual, ya que raras son las ocasiones ideales para que se produzca. Estas son dar con empresas afines, que ambas se encuentren en la fase adecuada y que además se den las condiciones necesarias para llevar el proceso a buen puerto. Demasiadas variables para que surja la oportunidad.
Ahora bien, si se logra encontrar la compañía adecuada, la fusión es una de las mejores salidas para emprendedores e inversores, sobre todo si se da el caso de que la otra compañía sea de un tamaño similar. En situaciones así es probable que ninguna tenga suficiente dinero para adquirir por completo a la otra, por lo que la concentración de esfuerzos en una misma empresa se convierte en una opción deseable. La fusión permite incrementar rápida y significativamente el valor de una startup. Además, con la unión adecuada es fácil lograr que la participación en la compañía resultante valga más de lo que valdría si se continúa en solitario.
La principal desventaja, además de la dificultad de que surja la oportunidad adecuada, es que no proporciona un “exit” inmediato. Suele ser habitual que los fundadores y su equipo continúen participando, de uno u otro modo, en la dirección de la nueva compañía. Aunque no fuese un problema para ellos, es probable que no sea el camino predilecto de muchos inversores. Ha de tenerse en cuenta que la fusión no suele proporcionar rendimiento directo a todos los implicados en la startup, sino que se suele compensar con una participación en la nueva compañía resultante, cuyo éxito futuro todavía está por demostrar.
Salida a bolsa: reservada para mayores
La salida a bolsa es probablemente el sueño final de fundadores e inversores de más de una startup tecnológica. Es el final dorado, pocas formas son más apropiadas para culminar la construcción de una compañía que iniciar su cotización en un mercado bursátil. El problema es que parece una operación que le queda algo grande a la inmensa mayoría de startups.
La venta de acciones de una compañía en bolsa es una buena forma de hacer caja para emprendedores e inversores, al tiempo que permite mantener cierto control sobre la misma y su futuro. Se convierte en la jugada evidente cuando hablamos de compañías de cierto tamaño y que ya son rentables por sí solas. Esto último es importante, y es que después de todo es difícil que alguien compre acciones en una compañía que ni siquiera ha generado ingresos.
El problema: la dificultad de llegar hasta ella. El mero hecho de preparar a la compañía para la salida a bolsa cuesta literalmente cientos de miles de dólares. Con cifras tan altas sólo a determinada escala parece tener sentido. Además, la posibilidad de mantener el control y la independencia de la compañía es algo relativo. Desde que empieza a cotizar en un mercado público de acciones, la dirección de la compañía ha de responder ante sus accionistas y los números de la compañía deben ser publicados periódicamente para su escrutinio público.
Otras alternativas menos comunes
Las opciones no terminan con las anteriores. Existen alternativas menos conocidas pero que pueden ser tenidas en cuenta en un momento determinado. La primera de ellas pasa por vender la compañía a otro que se encargue de dirigirla a partir de entonces. La opción de un traspaso de la compañía a un tercero interesado puede llevarse a cabo mediante la
adquisición de la empresa completa o cierta participación en ella, con lo que otros propietarios e inversores pueden decidir por su cuenta el quedarse o abandonar en ese momento la
compañía.
Otra opción es la liquidación de bienes de la empresa. Señalada más como medida límite, en ocasiones puede convertirse en el mejor método para recuperar lo invertido en la construcción de una compañía. El problema es que no siempre es fácil encontrar comprador y, aunque obtener rendimiento de la venta de los bienes puede contentar a más de un inversor preocupado, probablemente reporte poca cantidad de dinero a los interesados.
Lecciones de gigantes
Con el aumento en la creación de startups y los continuos cambios en el mercado tecnológico, en las últimas décadas la venta de empresas parece haber desbancado por completo a otros métodos como forma de recuperar la inversión. Incluso entre las mayores compañías creadas durante los 10 últimos años las operaciones de compra-venta son más habituales y la salida a bolsa queda reservada para aquellos con una visión a más largo plazo.
Para comprobar lo anterior y ahondar un poco más en los diferentes métodos arriba mentados,
basta echar un vistazo al grupo de compañías que más valor han alcanzado en la última década en el sector tecnológico. A ese propósito puede servir la lista, recopilada por Aileen Lee para TechCrunch de las 37 compañías fundadas después de 2003 que han alcanzado un valor de más de mil millones de dólares.
Aún siendo casos extraordinarios, ya que apenas representan en torno a un 0,7% de las startups tecnológicas puestas en marcha en los últimos 10 años, revisar sus cifras es un
ejercicio interesante. Así comprobamos como, entre ellas, la venta es la opción más repetida, mientras la salida a bolsa está cada vez más reservada a algunos actores. La inversión media en estas compañías es de unos 348 millones de dólares y su valor acabó superando en 11 veces esa cifra. El mayor rendimiento corresponde a las empresas que terminaron cotizando en el mercado bursátil, con Facebook liderando la lista gracias a un valor superior a los 100 mil millones de dólares. La red social tardó 8 años en salir a bolsa, uno más que la media de tiempo entre la fundación y el momento de venta o salida a bolsa del resto.
En esos años muchas cosas pueden cambiar para cualquier startup y lo que es bueno para una puede resultar nefasto para otras. Ya sea vender tan pronto aparezca una oferta, fusionarse si es posible, o aguantar hasta una eventual salida a bolsa; el método elegido para recuperar la inversión será puesto a prueba en cada caso.