¿Qué pasaría con la computación en la nube si no existieran las APIs?

Casi ninguna empresa del mundo concibe hoy la existencia de servicios en la nube, ya sean de almacenamiento o de computación, sin la existencia de las APIs, esos conectores que permiten el uso de datos y servicios por terceros sin problemas de costes o escalabilidad.
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¿Qué pasaría con la computación en la nube si no existieran las APIs?
¿Qué pasaría con la computación en la nube si no existieran las APIs?

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Casi ninguna empresa del mundo concibe hoy la existencia de servicios en la nube, ya sean de almacenamiento o de computación, sin la existencia de las APIs, esos conectores que permiten el uso de datos y servicios por terceros sin problemas de costes o escalabilidad.

La respuesta a la pregunta que titula este artículo es realmente sencilla. ¿Qué pasaría con la computación en la nube si no existieran las APIs? Pues que no habría computación en la nube. Para ser aún más claros: la computación en la nube, a día de hoy, depende casi en exclusiva de la capacidad que tienen las APIs de conectar plataformas, servicios y aplicaciones y gestionar los datos que los alimentan. Si además todos esos recursos se encuentran dentro de la nube, la importancia de las interfaces de desarrollo de aplicaciones es aún mayor. No son un recurso más para la facilitación de procesos o reducción de costes, son el centro de toda la iniciativa.

Debido a la necesidad de algunos desarrolladores de integrar los datos y servicios en la nube de grandes compañías como Google, Amazon, Facebook o Twitter, estos gigantes tecnológicos llevan tiempo trabajando en mejorar el estado de sus APIs, con páginas específicas para desarrolladores y el lanzamiento de una amplia documentación adicional para que los programadores puedan exprimir al máximo las oportunidades de estas herramientas. La información estructurada en la nube se ha convertido en la nueva moneda de cambio y valor entre empresas que disponen de aplicaciones.

Tres tipos de APIs en la nube

A día de hoy existen tres grandes grupos de APIs vinculadas a la nube:

Estos tres tipos de APIs vinculados a la computación en la nube son la base a través de la cual muchas empresas se han convertido en gigantes de la tecnología en la actualidad. No sólo han aplicado un concepto donde el usuario es el centro de toda su operativa, sino que también todo el proceso está orientado también a los desarrolladores. No los programadores de su equipo, sino los que pueden querer interactuar con su plataforma y sus servicios para ofrecer valor a sus clientes.

En este sentido, las APIs de la nube han supuesto un acicate increíble para empresas que se posicionan claramente dentro del marco del Software como Servicio (SaaS – Software as a Service). Al final la idea es que tenemos una serie de usuarios que consumen datos y servicios en la nube, ofrecidos por una tercera empresa a través de sus interfaces de desarrollo de aplicaciones, y que están mezclados con sus aplicaciones empresariales. Sucede con algunos de los servicios facilitados por el gigante Amazon o Salesforce, por poner dos ejemplos interesantes.

Amazon dispone de varias APIs de computación en la nube que le permiten ofrecer a terceros clientes desde almacenamiento en esa nube (a través de Amazon Simple Storage Service o S3) hasta capacidad de cómputo en la nube totalmente modificable en función de las necesidades del cliente, es escalable (a través de su servicio Amazon Elastic Compute Cloud o EC2). EC2 gestiona todos los recursos a través de una API de control y el cliente sólo paga por la capacidad que utiliza. En el otro lado está Salesforce, que ofrece varios servicios en la nube: un CMR bajo demanda, servicios de marketing, creación de aplicaciones, productos dentro del mercado del Internet de las Cosas, servicios de analítica e inteligencia de negocio…  

Más infraestructura con más agilidad y menos coste

La segunda gran pregunta sobre las APIs dedicadas a la computación en la nube es: ¿quiénes son las empresas que las necesitan y por qué acuden a proveedores como Amazon o Salesforce? Muchas compañías se enfrentan algún día al interés por aumentar su crecimiento y su volumen, y a la necesidad de tener que crecer en paralelo en infraestructura. Pero esa ambición tiene dos elementos peliagudos:

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