Para aquellos que estén muy familiarizados con el mundo tecnológico sabrán que el hecho de conectar remotamente objetos e interactuar con ellos no es del todo nuevo. Ahora, se ha popularizado el término Internet de las Cosas, pero este fenómeno en realidad surge de la evolución de la comunicación llamada machine-to-machine (o M2M), y de la combinación de varios factores como la aparición de los sensores y los procesadores cada vez más pequeños y de bajo coste, la conectividad wireless y el desarrollo de la computación en la nube.
Cada vez más, las empresas están utilizando esta tecnología para dotar de inteligencia a sus productos, permitiendo que los objetos cotidianos sean capaces de interactuar con su entorno. De esta forma, no solo se crean productos cada vez más sofisticados que son capaces de generar comunicación M2M, como por ejemplo, los sensores existentes en la carretera que encienden señales al paso de los coches. También se desarrollan productos que comunican información a sus usuarios, ya sea a través del mismo producto o a través de Internet como por ejemplo, la tecnología wearable. En el estudio The internet of things se destaca la gran variedad de productos que son capaces de enviar información a dispositivos para comunicarse electrónicamente con el mundo que nos rodea.
Consejos prácticos
Antes de empezar a crear, hay que tener en cuenta varios aspectos:
– Experiencia de usuario. La principal diferencia de los dispositivos que se comercializan hoy en día respecto a los que se comercializaban hace años es su facilidad de uso. En este sentido, el llamado UX o User Design Experience se está convirtiendo en un término cada vez más conocido. Se trata de una filosofía de diseño que tiene por objetivo la creación de productos que resuelvan necesidades concretas de sus usuarios finales, consiguiendo la mayor satisfacción y la mejor experiencia de uso posible con el mínimo esfuerzo. Para ello, se utilizan una serie de técnicas multidisciplinares y cada decisión tomada se basa en las necesidades, objetivos, expectativas, motivaciones y capacidades de los usuarios.
– Diseña a escala de los usuarios, de los datos y del tamaño del dispositivo.
– Hay que tener en cuenta la fiabilidad, privacidad y control por parte del usuario.
– Intenta crear algo cuya característica principal sea la durabilidad. Exprime al máximo la experiencia de usuario a través de la duración de la batería y de plataformas y protocolos que sean capaces de adaptarse a los cambios del mercado.
– Ten en cuenta la interoperabilidad. Para que los dispositivos puedan comunicarse y trabajar conjuntamente en casa, por ejemplo, la interoperabilidad debe lograrse no solo entre las diferentes redes existentes, sino también entre las distintas aplicaciones y en la capa de servicio, donde la red y los dispositivos conectados a ella se comunican, según Tom Kerber, director e investigador en Home Controls & Energy.
No obstante, existe un manifiesto en el que se dan éstas y otras pautas para empezar a crear productos para Internet de las Cosas en el que, además, puedes incluir tus sugerencias.
La tecnología que hay detrás
Prácticamente cualquier objeto que esté conectado a Internet entra directamente dentro del paraguas de Internet de las Cosas, por lo que establecer una metodología y unas tecnologías concretas para desarrollar un producto así no sería acertado. No obstante, hay algunas tecnologías que se usan más que otras.
Para comenzar a dar los primeros pasos en el desarrollo, una buena idea es hacerte con dispositivos para crear prototipos. Son productos bastante asequibles como Arduino o la Raspberry Pi, con los que muchos desarrolladores comienzan en el mundo de Internet de las cosas.
Arduino, por ejemplo, es una placa electrónica programable, es decir, dispone de un chip donde es posible instalar un programa al que le puedes introducir las funciones que tú quieras. Además, ha sido creado con hardware y software open source por lo que es posible modificarlo a tu gusto. Está destinado a artistas, diseñadores y cualquier persona interesada en la creación de objetos o entornos interactivos. Por su parte, Raspeberry Pi también es un aparato de cómputo de propósito general capaz de realizar procesos complejos, con lo que es posible crear prácticamente cualquier tipo de prototipo.
Lo bueno de ambos aparatos es que disponen de una gran comunidad de usuarios donde puedes pedir consejos, resolver tus dudas y compartir todo lo que haces, como en esta página de Raspberry Pi o en la comunidad domótica OpenDomo, basada en Linux y en la que sus usuarios trabajan con Arduinos.
Una vez que has creado el prototipo, el siguiente paso es convertirlo en un producto real de lo que normalmente, se encargan los desarrolladores de hardware. Una ver terminado este paso tu proyecto estaría prácticamente listo para convertirse en un producto comercializable.