Crear valor con la apertura de datos eléctricos. El “Botón Verde”

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Desarrollo / 10 enero 2014
Crear valor con la apertura de datos eléctricos. El “Botón Verde”
Crear valor con la apertura de datos eléctricos. El “Botón Verde”

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Los datos se ponen en movimiento cuando quien los posee, generalmente la administración, abre el acceso a otros, ya sea para tomar decisiones -en el caso de ciudadanos- o para crear productos y servicios con un valor económico –si se trata de una empresa-. Pero, ¿y si los datos no están en manos de la administración sino de empresas privadas? ¿Se arriesgaría una compañía a abrir las métricas de sus clientes, su “inteligencia de mercado”, sin menoscabo de sus intereses comerciales? ¿Es posible poner en marcha una cadena de valor en la que todos los eslabones -gobierno, industria y usuario- sean a la vez impulsores y beneficiarios de la innovación que genera la apertura de datos? El ejemplo del “Botón Verde”, una iniciativa norteamericana para el libre acceso a los datos de consumo energético, resulta apropiado para iniciar esta reflexión.

Apunta el concepto: “smart disclosure”

Todo parte de una presunción inicial: los consumidores de electricidad deberían tener la oportunidad de poder descargar de sus propios proveedores y de forma segura un extracto fácil de comprender de su consumo eléctrico. Esta información podría servir para tomar mejores decisiones, desde mejorar la eficiencia de los paneles fotovoltaicos de una instalación hasta comprobar si las medidas de ahorro energético puestas en práctica en un hogar o establecimiento funcionan realmente. La iniciativa “Botón Verde” surge así, con la búsqueda de un estándar para que las compañías eléctricas comiencen a abrir a sus propios clientes sus datos precisos de consumo y facturación. La particularidad radica en que quien primero llega a esta convicción ha resultado ser la Casa Blanca.

En junio de 2011, la Administración Obama formalizó este enfoque con un marco directivo. En poco menos de un mes se ponían en marcha acuerdos entre compañías y reguladores (empezando por el de California) para evitar violaciones de la privacidad con los datos de los consumidores. En noviembre de 2011, el Departamento de Energía ya anunciaba premios de hasta 8 millones de dólares y financiación para toda idea innovadora que ayudase a los consumidores a entender y controlar su consumo eléctrico. El 18 de enero de 2012 se lanzó oficialmente el “Botón Verde” desde Silicon Valley. ¿Cómo se explica un impulso tan rápido y decidido?

Un antiguo gestor de la Oficina de Información y Asuntos Regulatorios, Cass Sunstein, define el concepto de “smart disclosure” como una “liberación de información y datos complejos de forma estandarizada y en formatos procesables por ordenadores de manera que permita a los consumidores tomar decisiones mejor informadas”.  No parece novedoso, pero su aplicación exigía una colaboración más profunda de lo habitual entre el gobierno, las eléctricas, el tejido emprendedor y los propios usuarios. El precedente a tener en cuenta sería el ”Botón Azul”, que desde 2010 facilita a los veteranos de guerra poder acceder y descargar sus propios historiales médicos.

La “revelación inteligente” se basa en siete principios según un memorando gubernamental: accesibilidad y usabilidad, estandarización, formatos procesables por máquinas, oportunidad (el momento propicio), interoperabilidad, adaptación e innovación del mercado y absoluta protección del consumidor. La convención dictaba que las empresas tienen más información sobre los atributos de los productos que sus clientes, mientras que los usuarios saben más que el proveedor sobre sus propias pautas de uso de los mismos. Thaler y Sunstein, como apunta este trabajo, refutaron esto, diciendo que los usuarios nunca guardan registros de sus propias pautas de uso y consumo, así que quizá alterando la forma de divulgar esta información se les pudiese motivar para que la analicen y puedan así tomar mejores decisiones.

La industria recoge el guante

En enero de 2012 dos grandes eléctricas ya proporcionaban los datos del “Botón Verde” a casi 12 millones de hogares. El proceso comenzó en el muy liberalizado mercado eléctrico de Texas y en la menos flexible California. Pacific Gas & Electric (sección “Botón Verde” en su web) y San Diego Gas & Electric fueron las primeras ‘utilies’ en adoptarlo, y otras se comprometieron a seguir la estela. En pocos meses el “Botón Verde” llegaba a 27 millones de hogares. Hoy está disponible en 17 estados y en la capital de la nación. 24 compañías lo aplican y otras 43 se han comprometido a hacerlo pronto. El hecho de que el primer grupo fuera capaz de implementar la iniciativa en tan solo 90 días refleja que las compañías detectaron desde el primer día una buena oportunidad en términos de coste/beneficio.

Áreas con datos abiertos mediante “Botón Verde” en octubre de 2012.

Cada eléctrica lo hizo a su manera. Un “early adopter” como PG&E  trató de reducir incertidumbres mediante un socio tecnológico en Palo Alto (Opower), que le llevase de la mano en el análisis del comportamiento y necesidades del consumidor. En adelante, tocaría medir el potencial real que el “Botón Verde” podría tener para la diferenciación de la empresa y la fidelización del cliente.

La hora de los programadores

Todo este proceso de liberación inteligente de datos quedaría cortocircuitado si empresarios tecnológicos y programadores no se hubieran alistado para crear productos y servicios de valor. Aneesh Chopra, director de Tecnología de la Casa Blanca, declaraba que “el Botón Verde señalaba el inicio de una era nueva de control por parte del consumidor del uso energético. Con los beneficios de estándares de datos abiertos, los programadores de aplicaciones y otros innovadores podrán aplicar su creatividad para crear y aportar una red de servicios inteligentes a la vidas de las familias”.

Para los desarrolladores, la entrada en este nuevo ecosistema de oportunidades era especialmente favorable en comparación con otros territorios. La estandarización, accesibilidad e interoperabilidad del formato adoptado por las compañías eléctricas suponía la eliminación de muchas barreras de entrada para ellos y un entorno de desarrollo más familiar (en lugar de un sistema nativo distinto para cada compañía). Y no faltaban incentivos. Casi de forma simultánea con el lanzamiento del “Botón Verde” se anunció un hackatón de programación informática para aplicaciones basadas en él.  El AT&T San Diego Apps Challenge (patrocinado por AT&T, San Diego Gas & Electric, CONNECT y CleanTech San Diego) concedió 50 mil dólares en premios a los ganadores.

A continuación vino el Apps for Energy del Departamento de Energía, que ofreció hasta 100 mil dólares a los desarrolladores de aplicaciones que permitieran a los consumidores sacar más partido a la información del “Botón Verde”. Concurrieron miles de participantes y propició el desarrollo de 56 aplicaciones.

Lista de participantes

Los desarrolladores disfrutaban de acceso a gran cantidad de documentación técnica facilitada por el Departamento de Energía para “jugar con los datos”. Se premiada su impacto, creatividad y ejecución (aquí, la lista de ganadores). El premio principal lo obtuvo Leafully, una aplicación creada por dos jóvenes programadores de Seattle que permite consultar visualmente los datos del “Botón Verde” en distintas unidades (algunas originales, como el número de árboles necesarios para igualar en combustión la energía de una instalación u hogar determinado). Esta app incentivaba a los usuarios a establecer marcas personales de ahorro y a compartirla para competir en redes sociales. Según sus creadores, el objetivo es educar con datos, “que la gente entienda las dinámicas del mercado energético, donde unas fuentes de energía son más deseables que otras basándonos en su eficiencia”.

Tras el éxito del certamen, el Departamento de Energía convocó para noviembre de 2013 un nuevo concurso, el American Energy Data Challenge.  Giraba en torno a tres conceptos: mejor idea para un conjunto de datos existente (de fuentes oficiales) , mejor idea para un conjunto de datos no existente (una “wish list”, un dataset que, de haber existido, habría sido especialmente valioso teniendo en cuenta las variables que debería contener y el problema que atajaría mejor que los datos ya existentes) y mejor idea para una  aplicación o servicio enfocado a la energía. El propio secretario de Energía anunció la convocatoria. En 12 meses se celebraron cuatro hackatones, y a comienzos de 2014 llegarán el “Energy Ideas Contest” y el “Apps for Energy II”. Muchas de estas aplicaciones tienen vida fuera de estos concursos gracias a diversos “marketplaces” como la Open Energy Info (OpenEI) del Laboratorio Nacional para las Energías Renovables o la plataforma Green Button Connect de la empresa de software Tendril.

Los retos por delante

La Casa Blanca ha obtenido un buen rédito de todo esto. El gobierno ya no es un proveedor de datos públicos sino, como se ha dicho, un “creador de ecosistemas institucionales necesarios para apoyar la conexión mediante datos de los intereses de compañías con ánimo de lucro y sus clientes”.

¿Y los demás eslabones? El mayor reto para que la cadena de valor funcione sigue jugándose en el terreno de los hábitos del consumidor. Según el Instituto para la Eficiencia Eléctrica de la Fundación Edison, el consumidor americano medio emplea sólo 6 minutos al año en interactuar con su proveedor eléctrico. Ahora, con el “Botón Verde”, tiene acceso a sus propios datos, pero debe descargárselos a su ordenador u otro dispositivo y después cargarlos manualmente a una aplicación de terceros. Por eso se estudia cómo eliminar esta descarga de datos con una iniciativa llamada “Green Button Connect My Data”. Por su parte, reguladores y las eléctricas deben seguir mejorando la inviolabilidad de los datos y de la privacidad de los consumidores. Para los desarrolladores,  estos “marketplaces” de aplicaciones deberán traducirse en una fuente de ingresos y en su escaparate profesional. Estos son los aspectos a tratar de consolidar en 2014.

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