Consejos para fundar una ‘startup’ y no morir en el intento

Concentrarse en ser el mejor en un producto o servicio, huir de los clientes baratos y fomentar la felicidad de los equipos son algunas claves para tener éxito con una startup.
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Emprendedores / 11 febrero 2020
Consejos para fundar una ‘startup’ y no morir en el intento
Consejos para fundar una ‘startup’ y no morir en el intento

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Concentrarse en ser el mejor en un producto o servicio, huir de los clientes baratos y fomentar la felicidad de los equipos son algunas claves para tener éxito con una startup.

“Una startup es una organización temporal en búsqueda de un modelo de negocio escalable y replicable”.
Steve Blank, emprendedor de Silicon Valley.

“Una startup es una institución humana diseñada para crear un nuevo producto o servicio bajo condiciones de extrema incertidumbre”.
Eric Ries.

Estas son, posiblemente, dos de las definiciones más utilizadas para explicar qué es una startup. Los conceptos clave:

Cada vez más emprendedores y jóvenes profesionales españoles se lanzan al mercado con una idea y la ilusión de fundar una empresa que cumpla esas condiciones. La mayoría de ellas se queda en el camino, incluso con buenas perspectivas y un acceso a la financiación importante, pero algunas otras consiguen destacar, definir un producto novedoso y competitivo y alcanzar el éxito. Si eres uno de esos aventureros que llevan tiempo con una idea similar en la cabeza, tal vez estos consejos te sirvan para, además de poner muchas horas de esfuerzo, acertar en tus decisiones.

1. No es necesario ser el mejor en todo

En muchas ocasiones, durante el devenir de una startup, se puede cometer el error de querer ser el mejor en varios terrenos o campos, aunque estos sean colindantes. Para ser realmente competitivo y atraer a los clientes, es necesario aportar valor añadido real al mercado y hacerlo en muchas disciplinas distintas es difícil.

Por esa razón es mejor concentrar los recursos en ser especialmente bueno en algo concreto, que diversificar y ofrecer muchos productos y servicios totalmente prescindibles. Al final una startup debería definirse por un producto o servicio que en una línea de texto respondiera a una sola pregunta: ¿ qué sabemos hacer nosotros de manera especial para nuestros clientes?

Uno puede ser el mejor del mundo haciendo tornillos y no por eso tiene que ser bueno haciendo tuercas. Lo mágico es que con ser el mejor haciendo tornillos es suficiente para tener éxito con una startup.

Una agencia de comunicación puede dedicarse a cientos de disciplinas que tienen que ver con la transmisión de ideas y valores al público… Pero al final debe escoger en qué quieren ser los mejores del mundo: contenido especializado, marketing digital, SEO, diseño y UX, producto, infografía y visualización de datos… Es difícil ser el mejor en cada uno de estos campos a la vez. Es mejor elegir y apostar por destinar recursos a la búsqueda de talento y esperar que los clientes lo valoren.

Lo mismo sucede si eres una tecnológica que ofrece servicios en la nube o un producto y servicio concreto a través de una aplicación nativa.

2. Talento sí, pero fiel a tu filosofía

En el mundo de la empresa actual existe una carrera despiadada por la contratación de talento al menor coste posible. Cuantas más personas con talento se tengan a menor coste posible, más posibilidades se tienen de triunfar en el mercado. Esa regla parece sencilla salvo por una razón: el talento escasea y lo que escasea es complicado de encontrar y mucho menos a un precio reducido. Pero aún es más difícil si tienes claro que el éxito de tu empresa depende de cómo ese talento se adapta a la filosofía corporativa. Puede ser un gran profesional, pero no relacionarse correctamente con su equipo, con la dirección, con los clientes… con el ecosistema.

Como fundador de una startup se tienen cientos de funciones, de obligaciones, de deberes… pero la más importante es ser el mayor guardián de la filosofía de la compañía, ese alma que convierte a una empresa casi en un ser vivo. Eso que hace que los clientes la distingan del resto, que sean capaces de diferenciar su personalidad, muchas veces impregnada en su producto o en su servicio. Esa filosofía también suele generar un grupo de empleados cohesionado, en comunidad. 

3. Clientes preparados y con financiación

Cuando alguien asegura que las empresas, en la mayoría de ocasiones, son lo que son sus clientes, puede parecer una exageración, pero realmente es así. El mejor consejo posible para una empresa que empieza, sea una startup o no, es tener cuantos más clientes, mejor preparados y con mayor disponibilidad financiera mejor. Los clientes a los que se les ofrece un producto a bajo coste, con reducción de tarifas, son, normalmente, aquellos que se muestran más reticentes a valorar positivamente el resultado final. Un producto o servicio barato genera en los clientes sensación de incertidumbre, de resultado de baja calidad, de falta de exclusividad.

Es imprescindible en una pequeña empresa que alguien del equipo tenga la formación, los contactos y el talento suficientes para atraer clientes de gran valor. Que exijan productos o servicios exclusivos, con un elevado componente en innovación, con valor diferencial en el mercado y que estén dispuestos a pagar lo que realmente vale. Los clientes que no se ajusten a ese perfil es mejor no incluirlos en el portfolio. 

4. Aplica la filosofía LEAN al producto

Una startup siempre debe estar enfocada en conseguir dos objetivos: 1) entregar el mayor valor posible a los clientes y 2) hacerlo usando los mínimos recursos necesarios. Es preferible llegar a un acuerdo con el cliente para entregar un producto ajustado, sin excesos y a un coste más reducido, aunque él pudiera pagar un producto más grande a un precio mucho mayor. Esa es la forma de que el equipo de una pequeña empresa se concentre en los elementos clave de un producto, evitando la sobreproducción o la producción llena de desperdicios.

Al eliminar todo ese artificio es más fácil alcanzar calidad y valor y reducir el tiempo de entrega, el tan mencionado time to market. Estos son los principios fundamentales de una metodología llamada LEAN y la aplicación de la innovación continua, reflejada en libros como LEAN Startup de Eric Ries.

Esto puede resultar realmente difícil cuando hemos cumplido fielmente con el punto 3: se tienen clientes preparados y con financiación suficiente como para encargar productos o servicios de gran volumen. Exige mucho talento acabar con éxito ese periodo de negociación, en muchas ocasiones iterativo, en el que como empresa debemos convencer a los clientes de que lo mejor para su interés es obtener menos. Dentro de la metodología LEAN se cumple, casi sin excepción, que menos es más.   

5. Una startup con empleados felices

Si las empresas son reflejo de sus clientes, aún lo son más de sus empleados. Acumular equipos desmotivados, frustrados, sin complicidad con el resto de miembros y con la filosofía de la compañía suele ser la forma más rápida de fracasar. Hoy debería ser una condición indispensable forjar equipos felices, conectados emocionalmente con lo que hacen y su entorno físico y personal, identificados con los valores de la empresa, de sus compañeros, de un objetivo trascendente.

Generar un ecosistema que asegure una felicidad razonable con lo que se hace dentro de una empresa es una labor compleja, a veces se evapora sin más, otras es casi un milagro. Tener en el equipo profesionales con buen estado de ánimo, positivos, agradables, dinámicos, suele sumar tanto o más que el mayor de los talentos profesionales, sobre todo si no contribuyen a la felicidad colectiva.   

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