‘Ciudad inteligente’ y datos abiertos, ‘Ciudad Más Inteligente’

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‘Ciudad inteligente’ y datos abiertos, ‘Ciudad Más Inteligente’
‘Ciudad inteligente’ y datos abiertos, ‘Ciudad Más Inteligente’

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Gracias a ‘Oyster gives up pearl’ (una investigación de un especialista en informática aplicada y un físico) sabemos que Londres es, a tenor de los trayectos en metro que hacen sus habitantes, una urbe más policéntrica que unicéntrica. Es decir que, al contrario de lo que comúnmente aceptado, en lugar de un único centro presenta al menos 10 “policentros” unidos entre sí por los complejos patrones de desplazamiento de los londinenses. Así que ahora es posible conocer mejor el impacto que puede tener el cierre temporal de un acceso en caso de emergencia sobre toda la red.

‘Oyster gives up pearl’ se nutre de datos abiertos por el sistema de transporte metropolitano de Londres, de 11 millones de registros de granel que reflejan los desplazamientos diarios de 4 millones de usuarios de metro. La información ha sido recabada mediante el sistema de pago electrónico de la tarjeta inteligente Oyster Card y, según los responsables, se garantiza el anonimato y el derecho a la privacidad de todos los usuarios.

Los datos de la Oyster Card también alimentan aplicaciones lúdicas como Chromaroma, un juego que muestra los desplazamientos de los jugadores por la ciudad de Londres en metro (en el futuro, también en autobús, tranvía y barco). Con un destacado apartado visual, esta app permite conectar con otros participantes con los que el jugador se cruza cada día. También propone nuevas alternativas de desplazamiento, descubrir curiosidades en las rutas y competir por equipos para conquistar áreas de la ciudad. Eso sí, no siempre es fácil sincronizar los datos de Oyster y los de Chromaroma, y exige el consentimiento y cierta configuración por parte del usuario.

Según Transporte de Londres, unos 6.000 desarrolladores informáticos se han registrado ya en la sección de datos abiertos para recibir su transmisión (feeds) de datos de metro y carreteras. Datos procedentes de las tarjetas inteligentes Oyster y de fuentes similares que sirven para alimentar aplicaciones comerciales como Citymapper, mapas de estadísticas de movilidad, radiografías del ecosistema educativo, un censo de bicicletas públicas y de sus rutas más frecuentes, aplicaciones de puzzles para iPhoe y iPad como London Jigsaw, o una aplicación que utiliza realidad aumentada para encontrar bicicletas alquilables. Mirando a Nueva York, gracias a la apertura de datos en crudo de la Comisión de Limusinas y Taxis, Chris Wong pudo crear NYC Taxis: A Day In The Life:

¿Y en España?

En España hay un buen número de ayuntamientos que ofrece una tarjeta ciudadana inteligente a sus empadronados. La mejora del acceso electrónico a los servicios municipales y el auge de lo ‘smart’ en la relación entre urbe y habitante, han incentivado su implantación en ayuntamientos como PonferradaAlcobendas,  Gijón (donde no es necesario estar empadronado para obtenerla) y Zaragoza.

El sistema aporta sus ventajas. Los ayuntamientos mejoran su imagen, promocionan mejor sus servicios y pueden acceder a gran cantidad de nueva información. La trazabilidad y el feedback sobre el uso de los servicios pueden favorecer mejores decisiones y mejores políticas púbicas. Desde hace años se aplican filtros y segmentación entre los usuarios (jóvenes, tercera edad, discapacitados, desempleados,…), y los lectores de datos ya forman parte de nuestra vida: cajeros automáticos, puntos de acceso a instalaciones, accesos al transporte público, TPVs y más.

En el caso de Gijón, su tarjeta ha sido premiada en la categoría de ‘Smart Governance’ por delante de Ediburgo y Helsinki. Este ayuntamiento facilita varias aplicaciones para móviles, propias y de terceros, sobre los servicios de la ciudad. El portal de datos abiertos de Gijón incluye conjuntos de datos relativos al uso de la tarjeta ciudadana: cuántas veces se han usado, en qué barrio, en qué servicio (transporte general, bicicleta, taxi, bibliotecas,…), por tipo de persona (física o jurídica) y por edad, pero se trata de estadísticas agregadas, y no de datos abiertos a granel como en el caso Londres.

Las más de 170.000 tarjetas inteligentes que ha emitido el ayuntamiento de Zaragoza permiten realizar micropagos, e incluyen servicios como el acceso al autobús, tranvía, el sistema BiZi de bicicletas públicas, pagos en taxis accesibles, centros deportivos, centros de mayores, bibliotecas, museos, la filmoteca, el teatro, acceso a la wifi municipal, pagos en aparcamientos públicos y de la ORA. La mayor parte de las operaciones corresponden al servicio de autobús, y el tramo de edad mayoritario va entre los 40 y 50 años. Las operaciones de pago con ella se acercan a los 10 millones de euros desde 2010. En el caso de Zaragoza tampoco se encuentran datos abiertos generados por el uso de esta tarjeta. Este Ayuntamiento facilita una API municipal y también fomenta la creación de aplicaciones.

El reto de abrir conjuntos de datos procedentes de estas tarjetas inteligentes, previamente anonimizados, está sobre la mesa. Tres técnicos municipales de Zaragoza, que están al frente de la implantación de la tarjeta y del desarrollo ‘smart’ de la ciudad,  describen en su blog Open Your City algunos de los usos y complejidades que supone tratar con datos personales. Como explican, es posible compartir datos con prestadores de servicios sin violar la protección de datos, logrando que un usuario se beneficie de un descuento en la compra de una entrada sin que tenga que identificarse o ceder sus datos a un tercero. Tan solo con información muy básica previamente configurada en la tarjeta. Quizá pronto se encuentre la manera óptima de poder abrir desde las administraciones locales estos amplios conjuntos de datos interconectados, anonimizados y a granel. La evolución hacia las ciudades inteligentes invita a pensar en ello. Así mejorarían también la calidad, y las posibilidades de reutilización para proyectos comerciales y de emprendimiento, de los actuales portales de datos abiertos.

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